Luis Pastrana vive en Cafayate, pero su corazón late al ritmo de los bombos y los cánticos de San Martín de Tucumán. El flechazo fue hace casi dos décadas, cuando un grupo de hinchas "santo" llegaron a su tierra. El color rojo y blanco, el mismo que luce su querido San Isidro en la liga local, fue el primer punto de conexión. Pero lo que lo marcó fue un encuentro fortuito con un fanático muy especial de Bolívar y Pellegrini. “Hace más de 18 años conocí a un hincha muy reconocido de San Martín. Vinieron a Cafayate cuando San Isidro jugaba con Villa San Antonio, y ahí hicimos amistad. Desde entonces no dejé de seguirlo”, contó Luis, con orgullo.
El vínculo no se limitó a lo afectivo: Luis empezó a viajar para ver a San Martín en distintas canchas del país, sin importar distancias ni cansancio. Uno de los viajes que más recuerda fue a Santa Fe, en un largo trayecto que incluyó más de 14 horas de ruta para ver al equipo jugar por la Copa Argentina. “He metido viajes de acá que son seis horas hasta Tucumán, y desde ahí otras catorce. Pero no me importa, porque lo hago por amor”, explicó. Esa pasión hoy también la comparte con sus hijos. “Ahora tengo mis dos hijos. Uno tiene un añito y el otro ocho, y ya va conmigo a la cancha. Son fanáticos de San Martín igual que yo”.
En Cafayate, Luis lleva su fanatismo con naturalidad. Sus compañeros de trabajo y amigos ya conocen su locura por el "Santo", y lo identifican por eso. “Hasta al trabajo me voy con algo del club puesto. Siempre tengo la camiseta, la gorra. Hasta mis compañeros me preguntan por San Martín. Ya saben de qué equipo soy”, comentó entre risas. Esa pasión se potencia aún más cuando le toca estar en una tribuna, envuelto en los rituales y el folclore del fútbol. “Es muy lindo por la adrenalina, por cómo se vive en la cancha, por cómo se canta. Me siento uno más”, agregó.
Aunque muchas veces tuvo que seguir al equipo solo y camuflado en medio de otras hinchadas, Luis está convencido de que el regreso de los visitantes es algo posible si cada hincha actúa con responsabilidad. “Tiene que haber conducta de cada uno, de cada club. Si uno ama de verdad a su equipo, no tiene que hacer problemas. Eso también perjudica a la institución”, reflexionó. En ese sentido, también valoró el respeto entre hinchadas. “Con la gente de Gimnasia, por ejemplo, nos saludamos bien. Todo tranquilo”.
Un amor que no se detiene
Luis nunca dejó de apoyar a San Martín, incluso cuando las cosas no iban bien. Confía en que el equipo puede dar el batacazo y que pronto podrá volver a alentar desde La Ciudadela. “Si Dios quiere, el sábado nos vamos a Santiago. Tenemos toda la fe. A pesar de que el equipo no viene jugando bien, lo seguimos igual”, afirmó. No olvida lo que fue vivir los momentos más duros ni tampoco los más felices. “Hace como 18 años que sigo a San Martín. Estuve en los peores momentos y también cuando llegó a Primera. Siempre reflejado en los colores rojo y blanco, como mi querido San Isidro de Cafayate”.